Vuelan las hojas secas como las mariposas blancas,
Veleros caprichosos en una tarde de invierno,
Se quiebran las ramas con el gélido hielo
Y parten, como un ballet de sombras, los ecos y los sueños.
Soy una nave varada en un mar de arenas huecas,
La piedra que se hunde, mansa, en las aguas azules bajo el cielo,
Un corazón que late sin destino,
Un violín roto de notas tristes y acordes perdidos.
Una noche se extingue entre duras montañas,
Y una luz nace cual estrella que marca el horizonte.
Cuando llegues mañana, abriré la ventana para gritar tu nombre,
Y soñaré con un beso, una caricia y un te quiero,
Y volaré por el aire cual las hojas secas,
Anhelando que mi impulso sea tu aliento,
Anhelando que suba la marea,
Y volver a tañer sin un lamento.
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