martes, 29 de noviembre de 2016

Esperándote

No se cansa la noche de apagarse en la nada.
Son oscuros los sueños,
Son tinieblas calladas,
Son retóricos versos,
Son la muda balada.
No se cansa el silencio de dormirse con rabia,
Son ausentes los tiempos,
Son canción desvelada,
Son acordes sin ritmo,
son la negra tonada.
Si la luz se ha apagado,
Si tu voz ya no canta,
Una estrella en el cielo,
Yo seré en la distancia,
Y una lira de sueños,
Tocaré con nostalgia,
Y esperaré en el silencio,
esperaré por si cambia,
porque no dejaré de esperar tus palabras.

Lloviendo por tí

Languidece la lluvia en el frío cristal de mi ventana,
Brillantes, blancas, como perlas de nácar se deslizan monótonas sus lágrimas,
Es triste la noche de tintineos de agua.
Como las gotas, descienden derrotados los recuerdos,
Y en mis pupilas se adivinan, como espejo del tiempo,
incipientes y frías, sendas gotas de escarcha.
Se marcha airoso el viento silbando entre nostalgias,
Con su canción ululante de pobres disonancias,
Se rompen los silencios, se esconden las miradas,
Se detienen las sombras y enmudece mi alma.
Quisiera descolgarme como las gotas de agua,
Y en un rincón juntarme y formar una charca,
Y soñar que tú llegas para refrescar tu cara,
Y perderme en tus manos y besar tu mirada,
Y sentir hondamente que he calmado tus ansias,
Que me bebas sin miedo,
Y saciar tus entrañas.
Si no somos de hielo,
Y si el tiempo no escampa,
Llovería contigo como llueven mis lágrimas.

Un beso

La liturgia de un beso es memoria indeleble,
El susurro del viento,
La caricia en las sienes,
El rozar de unos labios,
Y unos ojos se cierran,
Y el amor se detiene,
Y se sienten las manos,
La conciencia se pierde,
Y una calma que sueña,
Y una voz que sugiere,
Y un te quiero que vuela,
Y un te quiero que vuelve,
La liturgia de un beso es memoria indeleble.
Si te vas con un beso,
Es seguro que vuelves.

Escúchame

Eres una gacela frágil, alegre, saltarina,
Devoto soy de tus brincos sobre el prado verde,
De las caricias encarnadas de salvajes amapolas sobre tu suave vientre,
Del agua fresca salpicada en tu errante deambular indiferente.
Adoro la belleza de tu blanco señuelo siempre alegre,
Y los tiernos cariños que dedicas a tu prole tan frágil, tan endeble.
Mi gacela de sueño, tan vital, tan pendiente,
No hay precaución que valga si entre leones te mueves,
Un zarpazo de fuego,
Un mordisco inclemente,
Y tu cuello quebrado,
Y tu sangre se vierte,
Y se escapa la vida,
Y la vida se pierde.
Mi gacela de sueño, ¿Dejarás que te alerte?
¿Dejarás que mi grito se eleve en el cielo si hay peligro en ciernes?
¿Me prestarás oídos?
¿Me creerás firmemente?
Mi gacela de sueño,
¡Ay, si no vuelvo a verte!

Buscándote

Una nave de luz y sueños deja su estela blanca sobre el agua,
Las estrellas guían su su rumbo fatigado bajo el vuelo cadencioso de un albatros.
Se tiñe el horizonte del sonrojado pudor de un alba recurrente,
Y estallan puras las olas en la arena movediza de la orilla transparente.
Te busco en los rincones del rumor del viento,
En el surco espumoso que la quilla de un velero abre mansamente,
Te busco con el ansia reprimida de una mirada perdida,
Y escapan suspiros rotos de mi garganta penitente.
¿Dónde andarás, mariposa de fuego, blanca como la nieve?
¿Dónde buscas las flores con tu vuelo caprichoso, siempre diferente?
¡Ay si en mi mano te posases dulcemente!
¡Ay si libases de mis labios fríos que te esperan!
¡Ay si tus alas una caricia regalasen a mi piel ausente!
Una sinfonía de brisas seca mi voz distante,
Pero aún tengo un corazón que sigue palpitando,
Un verso que fluye lentamente y sin descanso,
Y un beso de mi boca que sueña con tus labios.
Mariposa de fuego, ¿No ves que estoy llorando?
Ven a libar mis lágrimas furtivas,
Ven a beber mi néctar que fluye enamorado,
Y quédate, quédate a mi lado.

Volver a tí

Se desmaya la niebla sobre el cielo escarchado,
Y se viste el paisaje de algodones blancos.
Impenetrables sombras se esconden inclementes,
Mientras se agotan mis fatigados ojos buscando el horizonte.
Cuando convocamos al cielo a que bajase a nuestra vida,
Era azul como el mar, azul como el planeta, azul inmaculado.
¿Por qué ahora sólo las brumas nos andan acechando?
¿Por qué la densa niebla se extiende y se ha quedado?
No tengo ya más fe que la distancia,
Y soñarte bajo un cielo renovado,
Y guardo, como un rayo de esperanza,
La bienvenida del sol que limpie la nostalgia,
Que levante la niebla,
Y te encuentre caminando cogida de mi mano.

Nostalgia de tí

Vuelan las hojas secas como las mariposas blancas,
Veleros caprichosos en una tarde de invierno,
Se quiebran las ramas con el gélido hielo
Y parten, como un ballet de sombras, los ecos y los sueños.
Soy una nave varada en un mar de arenas huecas,
La piedra que se hunde, mansa, en las aguas azules bajo el cielo,
Un corazón que late sin destino,
Un violín roto de notas tristes y acordes perdidos.
Una noche se extingue entre duras montañas,
Y una luz nace cual estrella que marca el horizonte.
Cuando llegues mañana, abriré la ventana para gritar tu nombre,
Y soñaré con un beso, una caricia y un te quiero,
Y volaré por el aire cual las hojas secas,
Anhelando que mi impulso sea tu aliento,
Anhelando que suba la marea,
Y volver a tañer sin un lamento.